domingo, 24 de febrero de 2008

CRISIS DEL COMPROMISO APOLOGETICO CRISTIANO Por Vicente Ulloa (Rev.)


Pastor Vicente Ulloa y Esposa

Pastor Vicente Ulloa.



Presentación


Antes de continuar el desarrollo de nuestro curso de Apologética consideramos oportuno y edificante atender a la siguiente exposición –relacionada con el tema que nos ocupa del pastor Vicente Ulloa, tenida lugar en enero de 2008 en Viña del Mar.


Introducción


El mundo evangélico de hoy sufre de anemia apologética. a pesar del hecho de que las Sagradas Escrituras llaman a los creyentes a dar razón de la esperanza que tenemos en Cristo, carecemos tristemente de una voz pública a favor de la razón en el mercado de las ideas.

No tenemos una fuerte presencia intelectual en la cultura popular o académica.

Las razones de esta anemia son multidimensionales y complejas.


Mi propósito es exponer brevemente seis factores que inhiben en forma ilegitima el compromiso apologético hoy. Si se quitan estas barreras, nuestro testimonio apologético podrá crecer hasta la medida de lo que debería ser Cristo.


1.- Indiferencia


Hay demasiados cristianos a los que no les importa que el cristianismo sea ridiculizado, rutinaria mente en nuestra cultura como des actualizado, irracional y de mente como todo el resto del mundo se queja de una cosa u otra los "ofende", pero hacen poco para enfrentar estos cargos ofreciendo una defensa de la cosmovisión cristiana en una diversidad de contextos.

Sin embargo, las escrituras ordenan a todos los cristianos a tener una razón para la esperanza que está dentro de ellos y a presentarla con mansedumbre y reverencia (1 Pedro 3:15).

Nuestra actitud debería ser la del apóstol Pablo, cuyo espíritu "se enardecía" viendo la idolatría de la sofisticada ciudad de Atenas, capital de la filosofía griega, dominada en ese tiempo por el estoicismo y el epicureísmo.

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Este celo por la verdad de Dios lo condujo a un encuentro diplomático fructífero con los pensadores reunidos para debatir nuevas ideas (ver Hechos 17) Tendría que pasar lo mismo con nosotros. Así como Dios amó de tal manera al mundo que envió a su propio hijo para ponernos en paz con El (Juan 3:16), los discípulos de Jesús tendrían que amar de tal manera al mundo que intenten llegar a los perdidos presentándoles el evangelio y contestando las objeciones a la fe cristiana (Juan17:18).


2.- Creencias irracionales [En lugar de fe como conocimiento supra-racional]


Para algunos cristianos; la fe significa creer ante la ausencia de evidencia y de argumentos. Peor aún, para algunos la fe significa creer a pesar de la evidencia en contra.

Cuanto más irracionales sean nuestras creencias, serán más "espirituales". Si bien Pablo enseña en 1º Corintios 1;2 que Dios enloquece la "sabiduría de este mundo" ( por que es una sabiduría falsa ), la sabiduría de Dios no es irracional; ni debe sostenerse la fe en ella, en forma irracional.

Dios no requiere de nosotros, ni de que suspendamos nuestras facultades críticas, a fin de creer en lo que él ha revelado.

A través de Isaías, Dios le declara a Israel: "Vengan, vamos a discutir este asunto" (Isaías1:18,) Dios nos ordenó a amarlo con toda nuestra mente (Mateo 22:37).

Cuando los cristianos optan por el irracionalismo, se convierten meramente en otras personas "opción religiosa" y son clasificados juntos con los de la puerta del cielo, la sociedad de la tierra plana y otros grupos intelectuales deficientes.

A la luz del suicidio de los miembros de la puerta del cielo, varias de las revistas más importantes, como Newsweek y News and World Report, afirmaron que la fe de los que pusieron fin a sus vidas, siguieron la religión de ciencia-ficción de Marshal Applewhite, no eran más extraños, que los cristianos que los cristianos que también creen cosas ridículas.


Tristemente, el comportamiento de algunos cristianos le dio respaldo a tales acusaciones.

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3.- Ignorancia.


Muchos cristianos no son conscientes de los tremendos recurso intelectuales que están a su disposición para defender "al fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3).

Esto es gran medida porque muchas de las principales iglesias y organizaciones para-eclesiásticas prácticamente no toman han cuenta a la apologética.

Pocos sermones evangélicos se ocupan de las evidencias a favor de la existencia de Dios, la resurrección de Jesús, la justicia del infierno, la supremacía de Cristo o los problemas lógicos que tienen las cosmovisiones no cristianas.

Los libros cristianos de mayor venta, con raras excepciones, se dedican a especulaciones apocalípticas sin fundamento, exaltan a celebridades cristianas (cuyas personalidades a menudo no coinciden con su fama), y se deleitan en métodos para lograr cosas.

Uno puede darse cuenta de muchas cosas acerca de un movimiento por lo que lee, y por lo que no lee.


4.- Cobardía


En nuestra sociedad pluralista, una actitud "vive y deja vivir" es la norma, y una capitulación a la presión social amenaza al evangelismo y la vacía de sus convicciones.

Hay demasiados evangélicos que están más preocupados por ser "agradables" y "tolerantes" que por ser bíblicos o fieles al Evangelio exclusivo que se encuentra en sus Biblias.

No hay suficientes evangélicos que estén dispuestos a presentar y defender su fe en situaciones desafiantes, sea en la escuela, en el trabajo o en otros contextos públicos.

La tentación está en privatizar la fe y aislarlo y confinarlo fuera de la vida pública por completo.

Sí, somos cristianos (en nuestro corazón), pero tenemos dificultad para conectar a alguien con lo que creemos y explicarles por qué lo creemos. Esto no es más que cobardía y una traición a lo que decimos que creemos.

Considere la oración inspirada de Pablo y su admonición para nosotros: "Manténganse constante en la oración, siempre alerta y dando gracias a Dios. Oren también por nosotros, a fin de que el Señor nos abra las puertas para predicar el mensaje y hablar del secreto de Cristo, pues por este secreto estoy preso. Oren para que yo lo dé a conocer tan claramente como debo hacerlo. Pórtense prudentemente con los no creyentes, y aprovechen bien el tiempo. Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno (Colosenses 4:2-6).

Podremos experimentar rechazo; pero Jesús llamó a aquellos que son perseguidos por su causa "bienaventurados".

"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros" (Mateo 5:11-12).

El apóstol Pedro se hace eco de su Maestro: "Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros" (1 Pedro 4:14).

Por otro lado, cuando el Espíritu Santo bendice nuestros esfuerzos, las personas vana responder con interés y hasta con una fe salvadora (Romanos 1:16).

Nunca debemos olvidar que Jesús tiene toda autoridad en los cielos y en la tierra, y que él nos ha comisionado a declarar y defender su Evangelio (Mateo 28:18-20).


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5.- Arrogancia y vanidad intelectual.



En otro extremo del espectro del error yace la arrogancia del apologista sabelotodo, que está más interesado en mostrar su arsenal de argumentos que en defender la verdad de una forma piadosa.

El pecado que acosa a la apologética es el orgullo intelectual, y debe ser evitado a cualquier precio.

La verdad que defendemos es un don de la gracia y no nuestro logro intelectual.

Desarrollamos nuestras habilidades apologéticas para santificarnos en la verdad, para ganar almas para Cristo y para glorificar a Dios. Debemos hablar "la verdad en amor" (Efesios 4:15)

La verdad sin amor es arrogancia; clamor sin verdad es sentimentalismo.

La arrogancia también ocurre cuando algún apologista acusa a otro creyente de herejía sin evidencia suficiente.

Pablo les dijo a los primeros líderes da la iglesia que debían esperar la herejía en medio de la iglesia y que debían estar en guardia antes ella. (Hechos 20:28-31).

Nosotros debemos hacer lo propio. Sin embargo, debemos estar alertas para no calumniar a camaradas cristianos o suponer lo peor acerca de ellos.

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6.- Técnicas superficiales o apologética facilista.



Algunos que se entusiasman con la apologética pueden contentarse contener repuestas superficiales a preguntas intelectuales difíciles.

Nuestra cultura se deleita en respuestas rápidas para casi todo, y la técnica es lo más importante.

Algunos cristianos memorizan respuestas correctas a preguntas apologéticas. Tales como el problema del mal o la controversia sobre la creación/evolución-que difunden sin el compromiso adecuado sobre los temas y sin una preocupación empática para el alma que presenta la pregunta.

Sí, la macro evolución es falsa, y se han levantado buenos argumentos en contra de ella tanto desde la naturaleza como desde las Escrituras, pero el tema no es tan simplista.

La apologética debe se hecha con integridad intelectual.

El lema apologético del filósofo cristiano Francis Schaeffer era que debemos dar "respuesta honestas a preguntas honestas".


Primero, debemos realmente escuchar la pregunta que se nos hace no la objeción que nos interesa derribar.

Debemos meternos dentro de las mentes de aquellos que están dando razones para no seguir a Cristo, ponernos en su lugar para comprenderles genuinamente y poder ayudarles a salir de su error, pero con honestidad, mansedumbre y sobre todo ferviente amor.


Pastor Vicente Ulloa.



Editado por Adolfo Vásquez Rocca para el sitio Web / Blog de Apologética cristiana administrado por el maestro Alvaro Donoso Ávila y Asesorado por el pastor Vicente Ulloa.

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jueves, 14 de febrero de 2008

¿POR QUÉ PREDICAR 'LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE'?

LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN O LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE.


"Sólo por Gracia"


Ésta es la doctrina fundamental de la Iglesia Cristiana Evangélica, la que afirma que la salvación del pecador es asunto única y exclusivamente de la gracia divina. Y este principio es, simplemente, el fiel reflejo de la enseñanza de las Sagradas Escrituras: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2,8-9). "Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Romanos 4,2-4). Pero, ¿qué significa en concreto este lema, "Sólo por gracia"? Pues significa, en primer lugar, que el hombre es pecador, y no sólo esto, sino que se encuentra profundamente hundido en el pecado. "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Salmo 51,5); "No hay justo, ni aun uno" (Romanos 3,10); "Las iniquidades prevalecen contra mí" (Salmo 65,3). El hombre es, de por sí, en su misma esencia, en todo su ser, pecador. Todo hombre que viene a este mundo, por el hecho de nacer hombre, es contado entre los pecadores, ya que el primer hombre se rebeló contra Dios. Si la raíz de la raza humana, Adán, pecó, también las ramas, todos sus descendientes, están en pecado. "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5,12).


Nada puede hacer el hombre para dejar de ser pecador. Todas sus obras están manchadas de pecado. Incluso sus obras de justicia. "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia" (Isaías 64,5). El bautismo mismo, se administre en la infancia o en la edad adulta, no lo puede quitar. "El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón" (Jeremías 17,1); "El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva - no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios - por la resurrección de Jesucristo" (Pedro 1,21). Ser salvo "Sólo por Gracia" significa, en segundo lugar, que el hombre, para ser salvo, no contribuye ni coopera en nada con sus obras. Para empezar, no quiere, porque es pecador y enemigo de Dios. Y si quiere, no puede. "Y no queréis venir a Mí, para que tengáis vida" (Juan 5,40); "Ninguno puede venir a Mí, si no le fuere dado del Padre" (Juan 6,65); "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago... Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí" (Romanos 7,19.21).



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Hablar que el hombre contribuye para ser salvo con sus propios méritos es hablar de algo que no existe. ¿Qué es un mérito para con Dios? ¿Una deuda que Dios tiene contraída con nosotros, por lo bueno que somos? Ya hemos visto que de buenos, nada. "Ya hemos acusado a judíos y gentiles, que todos están bajo pecado" (Romanos 3,9). Y si alguien dice todavía que algunas buenas obras hacemos, por tanto méritos, pongamos todas las buenas obras que hayamos podido hacer en un lado de la balanza y, luego, pensemos en lo siguiente: "Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de toda la ley" (Santiago 2,10). ¿Cómo podemos ser entonces, al mismo tiempo, merecedores de algo por nuestras buenas obras, y culpables de toda la ley, puesto que "todos ofendemos muchas veces" (Santiago 3,2) y "si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1,8)? Así que, ¿dónde están esas buenas obras, esos méritos, que el Dios de justicia y santidad infinitas está obligado a premiar? ¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio. ¿Tiene contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado, o provecho de que tú hagas perfectos tus caminos (Job 22,1); "Si fueres justo, ¿qué le darás a Él? ¿O qué recibirá de tu mano?" (Job 35,7).



Ni siquiera el hecho de creer en Jesucristo es un mérito que se contrae para con Dios. Tan apegados estamos a sentirnos importantes, que hasta esa idea se nos puede pasar por la cabeza. Sin embargo, ya lo vimos al principio, la fe misma es un don de Dios (Efesios 2,8). Y Filipenses 2,13 dice: "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad". El hecho mismo de creer, pues, sigue siendo una gracia, y no una obra o un mérito. Mejor, pues, quitarnos esa idea de la cabeza. Ser salvo "Sólo por Gracia" significa, en tercer y último lugar, que Dios es el único actor de nuestra salvación. Es Dios, sólo Él y no nosotros, quien, en Cristo y por Cristo, nos salva de nuestros pecados. Y esto, lo afirma la Escritura repetidas veces. "Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo... que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados" (2 Corintios 5,18-19); "Mas Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5,8); "Y llamarás Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados" (Mateo 1,21). La importancia de la afirmación de la Reforma, y de la Escritura, de que somos salvos "Sólo por Gracia", ha de ser muy tenida en cuenta. Si la salvación es por obras o por méritos, no es por gracia, y si es por gracia, no hay obras o méritos que nos salven. Si es por obras o méritos, la salvación es un salario o una deuda. El hombre tiene entonces de qué gloriarse. Aunque sea sólo un poquito, da igual. Él ha contribuido, si ha sido salvo es gracias a lo que él mismo ha hecho. Los demás pueden felicitarlo, admirarlo por su celo y abnegación, llamarlo "su santidad" y cruzar la calle tan sólo para besarle la mano. Él puede incluso felicitarse a sí mismo, venir al templo y, como el fariseo, decir "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres "... Sin embargo, si la salvación es por gracia, y sólo por gracia, entonces la salvación es un acto exclusivamente de misericordia divina. En nada mejores que los demás, el Señor nos amó en Cristo, nos dio a Cristo para conocer Su amor y fuimos así salvos.


"Y El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados... y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos" (Efesios 2,1.3-5).


Dr. Jorge Ruiz Ortiz


Pastor de la Iglesia Cristiana Presbiteriana. Doctor en Teología por la Facultad Libre de Teología Reformada de Aix-en-Provence (Francia), y Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.


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Editado por Adolfo Vásquez Rocca para el sitio Web / Blog de Apologética cristiana administrado por el maestro Alvaro Donoso Ávila y Asesorado por el pastor Vicente Ulloa.

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lunes, 11 de febrero de 2008

UNA RESPUESTA A LA 'CRÍTICA DE NIETZSCHE' AL CRISTIANISMO.

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Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía1

18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

19 Pues está escrito:

Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.

20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;

23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.


1 Corintios 1: 18-24


Es sabido que a Nietzsche las ideas de la compasión y de renuncia propias del cristianismo le resultan criticables. Lo que se explica, entre otras razones, por motivos de orden histórico: en la época en que vive Nietzsche, 1844-1889, domina una religiosidad oficial, institucionalizada, francamente inauténtica.


No debe olvidarse que en Nietzsche hay un cambio de actitud, una especie de inversión del pensamiento de Schopenhauer, pensamiento que le inspiró y del cual sólo conservaría su posición irracionalista, criticando el pesimismo metafísico que este comportaba. La obra de Schopenhauer es una obra fundamentalmente pesimista. En definitiva -además de unas raíces de hedonismo- es la abolición de la voluntad de vivir, es la manera de evitar el sufrimiento... Toda esa actitud ascetica -de negación de la voluntad de vivir (la cual debe disolverse en el nirvana)- propugnada por Schopenhauer como vía ética de liberación del dolor inherente a la vida mediante el deseo siempre insatisfecho("la vida como dolor" - he ahi el pesimismo de Schopenahuer) es invertida por Nietzsche. Nietzsche en lugar de negar la voluntad de vivir, dirá que hay que afirmarla y convertirla en voluntad de poder.



Los modos ejemplares de ascetismo que combate Nietzsche –entendido aquel como severidad (austeridad autoflagelante) para con la propia vida son identificados por Nietzsche, en la negación de la voluntad de vivir propia del pesimismo metafísico de Schopenhauer, y – en el desprecio escatológico por lo inmanente (inmediato) propio de la tradición judeo-cristiana, representada (erróneamente) en la figura del Apóstol Pablo.


Nietzsche afirma lo que él llama la voluntad de poder. Los valores de exaltación de la vida ascendente, una afirmación del vigor, la fuerza y el poderío: de la voluntad de poder, dominio o apropiación que es, según Nietzsche, lo que caracteriza a todos los hombres en estado natural: el impulso a dominar. Toda voluntad es voluntad de poderío, de apropiación, pero esto es lo que la cultura occidental-cristiana ha trastocado a través de "la camisa de fuerza moral" que logra maniatar al fuerte para impedirle desplegar su fuerza (la cual se atrofia en desmedro de la especie hombre) y que actúa mediante la culpa y "la mala conciencia" que -según Nietzsche- la religión genera.


De allí que Nietzsche busque lo que él llama "la transmutación o transvaloración de todos los valores". Hay por tanto en él una voluntad de renovar las estimaciones dominantes y vigentes, a esto es a lo que llama la transvaloración. Como se ve hay una voluntad de renovación, de transformación, de cambio de sentido en la marcha de las ideas y en la visión general de la vida.

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Hay, por otra parte una crítica del cristianismo, desde el punto de vista de lo que él llama "el resentimiento". El resentimiento es un concepto fundamental en Nietzsche: él cree que el cristianismo es una actitud resentida.


Es en La genealogía de la moral donde Nietzsche utiliza el concepto de resentimiento. Un tipo superior de hombre crea sus propios valores partiendo de la abundancia de su vida y energía, de su voluntad de poder. El sumiso e impotente teme al fuerte y poderoso e intenta contenerlo y dominarlo afirmando como absolutos los valores del rebaño. “La rebelión de los esclavos en la moral comienza con el resentimiento, pasando a ser creativo y originando el nacimiento de valores.” Por supuesto este resentimiento no es abiertamente reconocido por el rebaño y puede actuar de modos indirectos y desviados (sublimación). Pero el psicólogo de la vida moral puede detectar y poner de relieve su presencia y sus complejos modos de acción.


Por tanto, lo que vemos en la historia de la moral es -según Nietzsche- el conflicto de dos actitudes morales. Desde el punto de vista del hombre superior, en cierto sentido podría darse la coexistencia de ambas. Esto es, podrían coexistir si el rebaño, incapaz de cualquier cosa superior, estuviera dispuesto a mantener sus valores para sí mismo. Pero, por supuesto, no quiere hacerlo. Intenta imponer universalmente sus valores. Y según Nietzsche, así sucedió, al menos en el occidente, en la cristiandad. Nietzsche no niega todo valor a la moral cristiana. Admite, por ejemplo, que ha contribuido al refinamiento del hombre. Pero ve en ella, al mismo tiempo, una expresión del resentimiento característico del instinto del rebaño, o moral de los esclavos. Y el mismo resentimiento es atribuido a los movimientos democráticos y socialistas que Nietzsche interpreta como consecuencias del cristianismo. Así para Nietzsche la moral del resentimiento es puramente negativa, reactiva; no existe sino en función de los valores que niega. El resentimiento convierte así las derrotas en éxitos, y se consuela en una venganza futura, en la declaración escatológica de que los mansos y los humildes tendrán su día de gloria.



Ahora bien, este ideal moral del hombre enérgico y vigoroso, en cierto modo implacable, se contrapone precisamente a la moral de la renuncia y de la compasión, esto le parece a Nietzsche una negación de la vida, su decadencia, a esto le llama el nihilismo, la disolución de los valores originales del hombre poderoso -del alto ejemplar- en la nada o si se quiere en la mediocridad, nivelando hacia abajo el tipo general humano.


Como se ve, en el fondo de la actitud de Nietzsche late un equívoco: porque él ve el cristianismo desde las formas sociales vigentes en la segunda mitad el siglo XIX. Formas que están ligadas a una serie de concepciones que no son ni propia ni auténticamente cristianas -sino más bien una expresión social y política deformada fruto de siglos de la influencia de la teología católica ascética, propia de monjes y monasterios, pero no de la vida abundante y plena que anuncia el verdadero Evangelio de Jesucristo.


Los cristianos no necesitan aceptar todas las críticas que Nietzsche ha realizado. Con todo, es respetable su pasión por la verdad, pero, a menudo, las verdades de Nietzsche son "verdades" a medias. Nietzsche no era un profundo conocedor de la teología y menos de la historia de la Iglesia primitiva; esto se deja ver en la imprecisión de alguna de sus más graves acusaciones. Muchos pasajes, sobre todo del Anticristo, de orientación histórico-exegética, son más escritos panfletarios -de contingencia- que serena investigación. Su lenguaje (de indignación y desprecio) pretende herir y humillar más que exponer o demostrar una idea. De allí que la obra salvo algunas lúcidas expresiones a las que haremos referencia deba ser entendido en su contexto como un exabrupto, una salida de tono, en donde, predominan las descalificaciones gratuitas y las generalidades injustas, todas impronta de un fanatismo anticristiano que enrarece el juicio y obnubila el análisis.


Nietzsche ve erróneamente la democracia -entendida como una tendencia igualitaria, que no permite al hombre poderoso, enérgico y creador ejercer su “legitimo derecho a imponerse” como una consecuencia del cristianismo. Por ello cree ver en el cristianismo una moral del rebaño, esto es, gregaria. Una igualdad que nivela hacia abajo los derechos y la dignidad moral.


El elemento de entrega, de abnegación, de compasión y de generosidad, por el cual el hombre se brinda a los demás, que es el sustrato de la riqueza espiritual del cristianismo -esto es- el ferviente amor, lleno de buenos frutos -como la mansedumbre- es mal interpretado por Nietzsche como señal de debilidad e impotencia.

Los últimos días de Nietzsche

¿Pero se equivoco Nietzsche?


Incluso Nietzsche, que fue el más feroz y agudo adversario que tuvo el Cristianismo histórico en la modernidad, no escapó a este destino de incomprensión. Y esto por cuanto el Cristianismo que conoció y combatió fue el Cristianismo histórico que no comprendió a Cristo”. En realidad parece probable que Nietzsche no haya distinguido entre las dos interpretaciones del mensaje de Cristo, que no haya comprendido la diferencia entre el “mensaje” de Cristo y el Cristianismo histórico: por ello resulta interesante a la vez que sorprendente el examen no sólo de su análisis del mensaje epistolar del apóstol Pablo, sino sobretodo, algunos textos de El anticristo, en los que muestra una comprensión profunda del mensaje cristiano (véase los capítulos XXXIII, XXXIV, y XXXV, que podrían sintetizarse en esta cita: “El Reino de los Cielos es un estado del corazón, no un estado fuera de la tierra o después de la muerte[ … ] El Reino de Dios no es una cosa que se espera, no tiene ayer ni mañana, no vendrá dentro de mil años, es una experiencia [cursivas mías] del corazón, está en todas partes y en ninguna”, lo que concuerda con Lucas, 17,20:"He aquí el reino de Dios esta entre vosotros". Podemos concluir que al parecer Nietzsche ataca al cristianismo porque este -en su concreción histórica- ha elegido lo contrario de todo lo que enseñó Jesús con su vida […]; y que Jesús se parece singularmente a lo que Nietzsche propugna como el ideal del Superhombre, ya que Él cree que la ‘letra’ mata y sólo el Espíritu vivifica, por lo tanto Jesús es -precisamente- un anti-intelectualista, una especie de irracionalista y vitalista aventajado, el cual no fija su pensamiento en fórmulas ni en una moral prescriptiva, sino en una fe viva. El problema no es el del bien o el mal en abstracto, sino el del tipo de hombres (la naturaleza del hombre), es decir no se trata de las acciones particulares, sino el del corazón del cual emanan o surgen dichas acciones y sentimientos, si no el Cristianismo sería sólo una cruzada de reforma moral, y sabemos bien que su programa o plan es mucho más ambicioso, supone la reforma completa del hombre, esto es, su conversión. La ‘luz’ que alumbra a todo hombre, la ‘verdad’ y la ‘vida’, se identifican con Cristo, de modo que fluyen de Él, siendo así el cristianismo una experiencia vívida más que una práctica monótona de una religión añosa y litúrgica, lo que inspira al cristianismo desde la reforma alemana protestante -así como lo que animó a la Iglesia primitiva, es más bien, una práctica extraña al mundo, sólo movida e inspirada por el Espíritu Santo, el cual se ha extendido a través del mundo como un cinturón de salvación, Iglesias que son faros en la oscuridad y que congregan a un conjunto de creyentes que con vigor se han propuesto emprender esa contramarcha del mundo que Cristo inició hace más de dos mil años junto al mar de Capernaum. Se trata como vemos de una contra-cultura cristiana, un movimiento especial y superabundante de gracia para estos tiempos de precariedad.


Cristo fue, en el decir de Nietzsche un "espíritu libre", pero cuando Él fue ejecutado, el Evangelio también "fue suspendido de la cruz" y murió con él: se trasformó en Iglesia, en odio y resentimiento contra todo lo noble y aristocrático.


Así que no es Cristo, sea cual sea su realidad histórica, el oponente de Nietzsche; no. Es Saulo de Tarso, convertido en el Apóstol Pablo, quien equívocamente para Nietzsche es el paradigma del sacerdote ascético, el enemigo feroz y oscuro de la vida, de la sensualidad, de la alegría de vivir. Pablo es el cruel torturador que impone atroces penitencias a cambio de una descolorida promesa. Por eso, Nietzsche escribe en la segunda escena: "El mundo verdadero no es accesible hoy; pero es prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso (‘al pecador que hace penitencia’)”. La confusión se origina en una sobre-interpretación de aquel pasaje de 2 Corintios 12:10 donde Pablo declara: “por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Esto a oídos de Nietzsche suena como una glorificación de la debilidad y de la derrota como ideal ascético.


Como bien observó Jaspers, para cada afirmación de Nietzsche podemos encontrar su contraria en sus mismas obras. De su fascinación por la figura de Cristo proceden estas palabras: "Cristo es el hombre más noble"; "El cristianismo auténtico, el originario, será posible en todos los tiempos.[...] sobre todo un ser distinto [...] Reducir el ser-cristiano, la cristiandad, a un tener-algo-por-verdadero, a un mero fenómeno de conciencia, significa negar la cristiandad. De hecho, no ha habido en absoluto cristianos". Jesús es en primer lugar el incrédulo y el ateo respecto a cualquier tipo de resentimiento, particularmente respecto al resentimiento de la iglesia, de los sacerdotes y de los teólogos. El mayor crítico que haya existido contra "los que se decían buenos y justos", contra el Sanedrín y la casta religiosa. "Ese anarquista santo, que -según se creía- incitaba al pueblo, a los excluidos y pecadores, a contradecir y denunciar la hipocresía de la "generación de víboras" con un lenguaje, según los evangelios, tan duro como el de Juan el Bautista a quien ya le había costado su cabeza; en el caso de Jesús no fue distinto, fue objeto de la acusación de sedición por parte del Imperio romano. Eso fue lo que le llevó a la cruz: la prueba de esto es la inscripción puesta en ella. Murió como un disidente político-espiritual , murió como debía morir alguien que se sabía superior a Cesar, aunque no intento sedición alguna, "a lo suyo venía pero el mundo no le conoció, habitó entre nosotros, y vimos su gloria, lleno de gracia y de verdad". Se podría llamar a Jesús -señala Nietzsche- "un espíritu libre, ninguna cosa fija le importaba: la palabra mata, todo lo que está fijo mata. La experiencia de vida, única que él conoce, se opone en él a toda especie de palabra, fórmula, ley y dogma".


No se trata, parece obvio decirlo, de cristianizar a Nietzsche, pero sí de seguir su compleja relación con el cristianismo, tanto con el cristianismo “histórico” , como con el cristianismo “originario”.


Para ello debemos observar -en segundo lugar- que la buena nueva, el reino de Dios que proclama Jesús, es para Nietzsche, lo contrario de todo trasmundo, que tanto criticó Nietzsche. El Reino de Dios es la vida verdadera, la vida eterna encontrada aquí y ahora: "No se la promete, está ahí, está dentro de vosotros: como vida en el amor, en el amor sin sustracción, ni exclusión, sin distancia". La buena nueva consiste cabalmente en que ya no hay antítesis; el reino de los cielos pertenece a los niños. "La fe de Jesús no se encoleriza, no censura, no se defiende: no lleva la espada [...]. No da pruebas de sí misma, ni con milagros, ni con premios y promesas; ella misma es en todo instante su milagro, su premio, su prueba, su reino de Dios". En tercer lugar contra toda voluntad de nada, contra toda contraposición entre eternidad y caducidad y toda asunción metafísica del Dios crucificado Nietzsche percibe la novedad del Dios cristiano. "Todo hombre puede ser hijo de Dios -Jesús no reclama nada para sí solo- en cuanto puede venir a ser hijo de Dios todo hombre es idéntico a otro". Esta es la novedad cristiana: que Jesús es igual a Dios. Los judíos no pueden entenderlo, se resisten a que alguien pueda ser llamado igual a Dios. La filiación divina es atribuida en el Antiguo Testamento a varias personas, pero ninguna pretende ser igual a Dios, ninguna se hizo llamar Hijo de Dios.


De allí que con el evangelio, con la “buena nueva”, quedaran abolidos los rituales sacerdotales propios del sistema ceremonial judaico, el cual se mostró ineficaz durante siglos a la hora de redimir a los hombres, de modo que ni los sacrificios ni la observancia de la Ley pueden poner al hombre en paz con Dios y con sus semejantes.


Cristo -que era más que un mensajero o un profeta era en realidad El Mensaje mismo, Dios manifestado en carne, murió tal como vivió, tal como enseñó, no sólo para “redimir a los hombres” -aunque esto fue lo más importante- sino para -además- mostrar como se ha de vivir. Lo que él legó a la humanidad es también una práctica: su comportamiento ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores y ante toda especie de calumnia y burla,- su comportamiento en la cruz. [...] Las palabras dichas al ladrón en la cruz contienen el evangelio entero: “Este ha sido en verdad un hombre divino, un “hijo de Dios”, dice el ladrón. “Si tú sientes eso- responde el Redentor - entonces estás en el paraíso, entonces también tú eres un hijo de Dios...”. No defenderse, no encolerizarse, no hacer responsable a nadie... Por el contrario, no oponer resistencia ni siquiera al malvado, amarlo..." Para Nietzsche la muerte de Jesús en la cruz es la máxima victoria contra el mundo del resentimiento, del nihilismo, de la invención de trasmundos y del afán de retribución. Su muerte en cruz no se agota en ser un un sacrificio expiatorio. por toda la humanidad, como de hecho lo es. Sino que constituye la puesta en escena del amor como única posibilidad de vida y salvación.


El origen del ateísmo de Nietzsche.

Las “maldiciones” de Nietzsche en contra del cristianismo, nos dice el reputado teólogo Hans Küng, provocaron reacciones aceleradas de defensa. Es fácil responder esta crítica que se presenta a los ojos del teólogo suizo como unilateral, injusta y desorbitada, con una descalificación a priori, personalizando y psicologizando su “caso”. No obstante, también se puede equiparar lo que hizo Nietzsche con lo que pasó con Feuerbach, Marx y Freud: tras toda su crítica, rechazo e indignación contra la religión se esconde un dramático destino personal. “Si la vida de estas tres grandes figuras de la historia universal nos infundía respeto, de la misma manera respetamos la vida de este hijo de pastor protestante, que sin reparar en costes rompe con todo lo que lo ata al pasado”. Que anda su camino filosófico con honestidad, sin huellas de oportunismo; que tiene pocos amigos y éstos parecen no comprenderle y, peor aún, lo ignoran como escritor. Pregunta Küng: ¿No se explica así la agresividad, el tono elevado y la dureza de corazón de Nietzsche, que se va quedando cada vez más solo, aprisionado en un círculo de auto aislamiento? Sus supuestos amigos silencian su filosofía y las universidades apenas conocen de su existencia, esto hasta que décadas después Heidegger lo sacará del anonimato y lo hiciera entrar en el canon de la filosofía.

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1 Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV, del Magíster en Etnopsicología, Escuela de Psicología PUCV, Profesor de Antropología y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado.

| E-mail: adolfovrocca@gmail.com

Adolfo Vásquez Rocca

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Editado por Adolfo Vásquez R. para el sitio Web / Blog de Apologética cristiana administrado por el maestro Alvaro Donoso Ávila y Asesorado por el Pastor Vicente Ulloa.

Iglesia © 2008 Las Asambleas de Dios de Viña del Mar - Cristo el Fundamento, Calle Quillota 575, Viña del Mar.


sábado, 9 de febrero de 2008

III.- CAPACITADO PARA LA APOLEGÉTICA; CÓMO COMPARTIR EL EVANGELIO.

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a.- Esté presente y sea cercano a la gente.


Este primer elemento es fundamental para poder realizar la labor de evangelista personal y emplear las capacidades que la preparación apologética nos proporciona. Lamentablemente demasiados cristianos no se encuentran cerca de la necesidad, ni en el momento oportuno con una palabra de gracia que abra y posibilite una conversación con los inconversos, y esto simplemente porque los creyentes se han encerrado en guetos, en pequeñas sectas, comunidades sociales herméticas, cerradas y clausuradas sobre sí mismas –como para no contaminarse con el mundo-; pero debemos recordar que si hemos de proclamar el evangelio como cristianos, defender el evangelio y romper barreras que se interponen para que las personas vengan a Cristo, entonces necesitamos estar donde Dios quiere enviar esta palabra evangélica: donde haya quienes no la obedecen. A Cristo mismo se le critico por ser amigo de pecadores, ceno en la casa de publicanos, se rodeo de gente de “dudosa reputación”, pero siempre apartado del pecado; estamos en el mundo -y con una misión- pero no somos del mudo. Necesitamos pues tener una conciencia menos sensible, dejar de escandalizarnos con falsos pudores, recordar que Dios detesta el pecado pero ama al pecador y ser así más audaces u osados en nuestro amor y pasión por las almas, para -sin comprometer nuestra santidad- acceder a las personas donde sea que estas se encuentran en necesidad y estén dispuestas a escuchar, una fiesta mundana por ejemplo no es una buena ocasión, por el ruido, por el ánimo festivo y por la falta de intimidad, hay otras ocasiones más propicias y debemos aprovecharlas.


b.-Sea honesto.


En segundo lugar, debemos proponernos ser honestos, cuando hablamos del evangelio y buscamos defenderlo, debemos ser honesto cerca de las dificultades, honestos cuando no tenemos respuestas, y honestos acerca de las implicaciones de aceptar o rechazar el evangelio.


c.- Muestre su entusiasmo


A veces es difícil comprender la magnificencia de aquello en lo que creemos. Los cristianos conocemos la verdad acerca de la forma en que los humanos llegan a relacionarse con Dios, a cuyo alrededor está estructurado el mundo. Al tiempo que lo más importante al comunicar el evangelio es sin duda lo que se diga sobre Jesús, en nuestra comunicación no verbal constituye a esta palabra y la fuerza. Ella comprende varios elementos:


1.- En primer lugar, un estilo de vida cristiano, por el cual las personas vean el impacto que tiene el creer en Jesucristo.


2.- En segundo lugar, nuestro entusiasmo contagioso por lo que hemos descubierto en el evangelio. Tal entusiasmo y gozo, se demuestra tanto en las circunstancias fáciles, como también en las difíciles


d.-Sea dinámico y hable de Dios


Nuestra sociedad occidental es una sociedad secular. Hace mucho que dejó de lado la idea de Dios y su importancia en la vida. Ya no se habla de Dios como si importara para los demás y no para nosotros. Por esta razón debemos retomar el hábito de hablar a cerca de Él en lugar de usar un circunloquio en nuestra conversación (por ejemplo: La posición cristiana consiste en...bla,bla,bla). Debemos hablar de Dios mismo ( por ejemplo: Creo que Dios tiene una perspectiva de este tema...etc.etc.) Esta forma de hablar trata a Dios como una persona de importancia, en lugar de una idea abstracta o una postura religiosa, o filosófica. Esta forma de hablar sobre Dios debe llevarnos a ser parte integral de nuestra conversación diaria, del mismo modo que hacemos con nuestro cónyuge, o un amigo cercano.


e.- Busque ser interesante.


Dado que los cristianos viven en sus propias comunidades cerradas en su propio grupo de ideas y normas, los extraños a menudo los consideran aburridos y apagados. No nos relacionamos mucho con los demás y no estamos conscientes del mundo en que viven ni de las cosas que disfrutan. Para contrarrestar lo anterior debemos extender nuestro rango de interés y llegar a ser personas que puedan dialogar ampliamente y con interés, y bien informadas. Algunas formas de lograr esta perspectiva se incluye en la siguiente sección.


f.- Sea una persona informada.


En su libro El cristianismo contemporáneo (leicester,IVP,1992) John Stott nos insta a comprometernos en la labor ardua,difícil incluso dolorosa de escuchar dos veces a la vez, es decir, escuchar cuidadosamente tanto a la palabra antigua, como al mundo moderno, con el fin de establecer entre ambos. Este escuchar dos veces es parte fundamental de la labor más basta de la apologética. Para hablar al mundo en una forma, que éste comprenda, debemos conocer la verdad, y conocer el mundo al que queremos comunicárselo, o ante el cual queremos defenderla. Parte de este doble escuchar, puede lograrse del siguiente modo :


a.- Leer sobre Cristo y lo cristiano.


En primer lugar debemos conocer bien la verdad. Esto nos llevará a leer nuestra Biblia y otras publicaciones cristianas. Nuestra comprensión de nosotros mismos y de nuestro mundo necesita saturarse de información cristiana.


b.- Establecer contacto visual: mire a los ojos con transparencia.


Parte importante de escuchar, al menos en la mayoría de las culturas, es establecer contacto visual. Los ojos que constantemente miran a otro lado comunican que están en otro lugar, y no les interesa realmente lo que se dice. Mirar a las personas a los ojos produce interés y crea una atmósfera cálida.


c.- Sea positivo.


Como persona que tiene interés en la verdad, los cristianos tendemos a querer “reformar” a la gente en cada oportunidad, cuando en realidad nuestra misión es que se conviertan no sólo que se reformen moralmente. Como personas conscientes de tener la verdad, queremos expresarla tan pronto y tan enérgicamente como sea posible y podemos volvernos criticones e intransigentes, así sólo lograremos que nuestra presencia sea desagradable. Lo que necesitamos es escuchar con atención las ideas y problemas de las otras personas. Necesitamos afirmar lo que es bueno y correcto al igual que cuestionar

o negar con sabia mansedumbre lo erróneo.


d.- Formule preguntas abiertas y muestrese abierto al dialogo


Una habilidad convencional importante eses la de hacer preguntas abiertas. Las preguntas abiertas son aquellas que le permiten a la otra persona compartir información con facilidad, mientras que las preguntas cerradas no permiten un fácil compartir, las preguntas abiertas comienzan con palabras como, por qué, qué, quién, dónde, etc. Las preguntas cerradas solo permiten solo permiten una respuesta afirmativa o negativa e incluyen palabras como ¿no es cierto?.


g.- Esté dispuesto a hablar con convicción.


Pablo dice a Timoteo que al predicar la palabra debe "instar a tiempo y fuera de tiempo" ( I Timoteo 4:2), y Pedro insta a su gente a estar "siempre preparados a presentar defensa...ante todo lo que os demande razón de esperanza que hay en vosotros" (I Pedro 3:15). Dos aspectos esenciales para estar preparado son conocer el evangelio y conocer algunas defensas comunes ante la crítica común.


a.- Conozca el evangelio.


Necesitamos tener en mente un rápido resumen del evangelio. Existen dos formas adquirirlo, una, es formular uno propio directamente del nuevo testamento; la otra consiste en aprender uno elaborado por un tercero.


b.- Conozca las principales dudas y objeciones a la fe y preparese para dar respuesta.


El objetivo del resto del curso es capacitarlo en la segunda área; Conocer las críticas comunes y tener respuestas preparadas pertinentes para las críticas.


c.- Poner atención a la sociedad.


Parte importante de llegar a estar informado sobre nuestra sociedad proviene de ponerle atención. Con ello legamos a conocer los puntos de vistas de las personas con que vivimos e interactuamos. Si bien a veces implica literalmente escuchar esas conversaciones en voz alta que la gente a menudo sostiene en público, la mayoría del tiempo esta se lleva a cabo mediante la observación y atención a las voces importantes de nuestra sociedad: entre estas voces se incluyen, la televisión, la radio, los diarios, alguna de las mejores películas y obras teatrales, y otras formas similares.

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d.- Leer temas variados y tener apertura cultural.


Como miembros de una religión que descansa en gran manera en la palabra escrita y oral, los cristianos conocemos la importancia de la lectura. La lectura informa y asimismo entretiene proporcionando un espacio de dialogo importante en nuestra sociedad. Por lo tanto debemos leer con regularidad aquellas obras donde el dialogo se produce con mayor frecuencia, por ejemplos, diarios, importantes libros seculares en que se reflexiona sobre la naturaleza de nuestra

sociedad y sus creencias, revistas, novelas, obras literarias, etc.


e.- Leer en busca de una visión de mundo.


Una de las habilidades de lectura de mayor utilidad en el evangelismo y apologética es la de leer en busca de una visión de mundo. James Sire, el experto en este tipo de lectura la define en su libro titulado "como leer lentamente". En él reseña que debemos leer de modo que logremos "ver más allá de lo dicho" o "reconocer la visión de mundo de escritores y oradores , y conocer así cuáles son sus posiciones básicas sobre la vida".


La mayoría de las ideas de Sire acerca de leer en busca de una visión de mundo se abordan en su libro " el universo a nuestro lado", el cual no solo se refiere a leer de esta forma, sino a pensar del mismo modo. Con éste tipo de reflexión pasamos del estado de información sobre un tema a la investigación de supuestos en forma personal, y a tener una actitud crítica con respecto a la visión de mundo de quienes nos rodean; un aspecto fundamental del esfuerzo apologético serio.


H.- Esté dispuesto a escuchar.


Ya hemos hablado de escuchar la verdad sobre Dios, que se encuentra en su palabra y acerca de escuchar nuestro mundo. Sin embargo, si hemos de comunicarnos realmente, necesitamos dominar asimismo el arte de escuchar.

Existen cuatro imperativos que nos ayudan a llevar una conversación con las personas: -Escuchar- Establecer contacto visual –ser positivo- y formular preguntas abiertas.


1.- Escuche.


Muchos de nosotros, conversamos como si escuchar fuera un interludio desafortunado en el hablar. Al escuchar simplemente esperamos una oportunidad para hablar. Como cristianos debemos asegurarnos de respetar a las personas y tratarlas junto con sus opiniones, como algo importante, de escuchar lo que dicen y de informarnos antes de hablar.


En desarrollo..

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Editado por Adolfo Vásquez R. para el sitio Web / Blog de Apologética cristiana administrado por el maestro Alvaro Donoso Ávila y Asesorado por el Pastor Vicente Ulloa.

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Alvaro Donoso Ávila